
¿QUIÉRES UNA TONELADA DE TERNURA, POR NO DECIR DOS O TRES?
Mirando el cristal empañado
recuerdo los momentos de aquella tarde
chisposa de amor, goteo de sentimientos
Recuerdo, el diluvio provincial
-a la perfección- cuando el tiempo enloquece
lanzando los dardos del aburrimiento
u otros aún desconocidos para mi.
-ni Noé podría salvarnos de tal utopía-
Recuerdo aún mejor a ella,
cada milésima de mili segundo era única,
su forma de vestir, su contoneo
hasta el lugar de cada peca en su cara
-prestaba tanta atención al besarla-
El lugar no importaba mucho, estábamos juntos,
sólos –todo giraba a nuestro alrededor-
dos adolescentes fugaces -tan puros-
metiéndonos mano sin perjuicios
explorando deseosos cada recóndito lugar.
El tiempo no lo recuerdo, creo,
-era difuso con tanta nube-
pero si cada una de sus palabras
y que las horas eran segundos
y nuestro primer te quiero.
Acabando de finalizar un dulce beso,
dirigió sus manos hacia mi barbilla
y me levantó la mirada
hasta llegar a sus ojos – los miré
fijamente viéndome reflejado-
Allí ocurrió nuestro primer te quiero
con la melodía
que producen los labios al separarse.
(Madrid, Mayo 2008)
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